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Lady Zandela Xierweiya Lin Lyn

Noche

Ànsar.

Ànsar. (tcc "José María Aznar López") Ser despreciable; de risa y rostro similares al de los animales llamados burro y asno, para desgracia de los mismos; mentiroso compulsivo: ignorante por completo de, entre otras cosas, la historia de su esPPaña querida y que, habiendo perdido las elecciones generales de 2004 -porque ETA (llámalo Al Qaeda, llámalo terrorismo a secas; con contactos o sin ellos) cometió un atentado con ese propósito (¡qué malos son estos terroristas!)-, ha huido a Yanqueeland para jugar con su amiguito Jorgito y su amiguito... Joselito. (Cierta cortesía por: www.bushcador.com)

Hipocresía.

Por segunda veZ, George W. Bush, esa rata sarnosa sin cerebro movida por los hilos de su padre y compañía, ha ganado las elecciones que le han dado de nuevo la presidencia a su atrasado y religioso partido. Por cuatro años más, el presidente del mundo -como gustan de denominarse- será aquel que llevó a la poca estabilidad económica -al parecer, la única que eXiste en el mundo, pues es solamente el amor al dinero lo que lo mueve, por desgracia- que había a tomar por culo, solamente porque le apetecía mostrar su grandeza al mundo, después de aquella ofensa que fueron los ataques contra las famosas torres gemelas. ¿Y por qué? Porque los Estados Unidos de América (del Norte) son el país más poderoso y rico del mundo, y como tal, tienen el derecho y la obligación de dominar este mismo mundo... eso es lo que ellos creen, por supuesto. Con unas deudas internas bastante preocupantes, crean malestar general y social en el mundo para salir beneficiados en sus malditas guerras -la industria armamentística es lo que tiene-. Así que, esa poderosa nación, que no tiene más que... 300 años de historia, contrastando con los miles y miles que tiene la sociedad Europea, Asiática y Africana, pretende ser el juez del mundo; como niños que son, en un mundo de mayores; como niños se comportan con el poder en el mundo de adultos. O más bien... jóvenes. Con la ventaja de no haber sufrido guerras en su cuerpo, aunque participe vilmente en ellas según sus intereses, con la ventaja de la riqueza natural -y menguante, todo sea dicho- que ofrece la tierra, con la ventaja de poder influir impunemente en la política internacional, implantando gobiernos dictatoriales en su mayoría para favorecerles, dejándolos luego perecer de angustia y miseria cuando ya no le son necesarios, con la ventaja de ser respetado aún cuando el respeto no es más que miedo ante su potencial... Ellos dominan el mundo, y los demás, les dejan; se asombran del modo de vida americano, y lo adulan; pese a que sus habitantes son obsesos por el estrés, la comida basura, los excesos de todo tipo; pese a las contradicciones, el machismo, el racismo, la xenofobia; pese a las continuas contiendas interiores, la violencia, la represión, la censura, la falta de libertad... todo aquello que pregonan sí tener. Triste es el día en que un elemento que no hará más que seguir desestabilizando el mundo a propósito, es nombrado pro los propios habitantes a los que perjudica, como sus jefe y su representante ante el resto de la humanidad.

Pesadilla.

Porque cada noche sueño contigo, y la tortura de poder soñarte y no poder tenerte en la vida real es tal, que en los momentos de alegría me place poder verte al menos, aunque sea en sueños; y en los momentos de la más absoluta tristeza, quisiera poder hacerlos realidad de cualquier forma posible, y si eso no es posible, morir consumida.

Anorexia.

Anorexia. La descarada provocación de los medios de comunicación resulta indignante. La venta de imágenes causantes de una obsesión que lanza a la juventud hacia la puerta de la muerte produce que los que nos es indiferente esta venta tengamos náuseas y deseemos vomitar, irónicamente, a modo de desahogo y réplica contra la aberración. Sin saber a qué se enfrentan, los seguidores de aquello que llaman *moda*, centran sus vidas en conseguir un propósito absurdo, sin querer aceptar que ni en la realidad los sueños y las estrellas son así, del mismo modo que un infante no acepta que el corazón humano sea un gurruño de músculo palpitante sin la forma del corazón clásico que todos los adolescentes se afanan en colorear, son las flechas clavándose a través de la figura, y aquellos nombres escritos en su interior, que se perderán entre los recuerdos, en la inmensidad del tiempo que es un segundo. En su afán y obsesión pro alcanzar lo que creen que es la perfección pierden todo signo humano y toda cordura por el camino: el amor, la paciencia, el cariño, la alegría... y tantas otras cosas, fijando una meta como su destino. Y en el mejor de los casos, sus mentes se protegen de tal forma que su visión de la verdad se distorsiona notoriamente, y emulando un nulo amor por sí mismos, creen un mundo especial, donde la violencia se mezcla, donde los instintos son prácticamente lo único que les mueve. Encadenados y torturados por una idea, lloran y sufren en soledad, creyéndose tan desgraciados que sienten impotencia e incapacidad para pedir ayuda o perdón; y sus hambrientas mentes les hacen creerse superiores, con un fin, con un sentido. Encontrar la verdad, resulta imposible, y se consumen...

Noche.

La oscuridad se hace lacerante en mi alma.

Despair.

Despair. La desesperación se adueña de mi presencia y ya no soy yo. Mis actos los comete la reserva de energías que me queda después del agotamiento psíquico de controlar las lágrimas que amenazan constantemente con brotar caudalosamente de mis ojos, como cascadas. La soledad se hace tan palpable que se filtra entre las ranuras de mi corazón y lo hiela como en una fría noche de Enero, a merced de un viento que me fragmente en finas estelas del hielo que quedará de mi presencia. Mis sueños entrelazarán los deseos de mi ser con la posibilidad de un momento mejor, cuando mi cuerpo experimente el gozo del amor en su plena existencia: la presencia. La esperanza se retracta y huye por entre mis dedos entrelazados ante mis ojos, que me impiden ver la realidad, y sin embargo la veo, y la espera se hace eterna. Pero el mundo sigue en calma esperando ese pequeño momento de éxtasis que es el verte, después de tanto tiempo, aunque sea fugazmente en la lejanía, en la bruma de mis sueños; y oír tu voy, notar tu piel contra la mía, tocar tu pelo y notar tu sonrisa.

Odio.

Odio. Hay ocasiones en las que, como muchas otras personas, preferiría estar muerta y descansar por la eternidad -si es eso posible- antes que tener que soportar un sentimiento que, por más que me esfuerzo en eliminar, florece como la mala hierba en cualquier parte de mi ser. El odio, en todas sus posibles manifestaciones, sería la explosión de toda la negatividad a la que me veo día a día expuesta; por el simple hecho de ser lo que soy, y de ser quien soy. Pues maldita sociedad y maldito ser humano, que no sabiéndose salvar a sí mismo, condena al resto al mal. Sin embargo, la muerte no es el fin, no es la forma de escapar; aunque de nuevo mis lágrimas alivien mínimamente mi amargura, mi deseo de huir, marchar de donde estoy, es tan grande que a penas puedo pensar. Pero el tiempo, sabiamente, hará su papel. El tiempo suavizará mi persona; y una vez llegado el día de la libertad, disfrutaré de ello tan plenamente que estos patéticos recuerdos se borrarán en las huellas de un pasado nefasto. A nadie importa ya el dolor cuando el amor recorre la plenitud de sus venas, hasta la punta más ínfima de los capilares.

Vacío.

La distancia se hace eterna.